Una vez al mes la luna tiene un brillo más intenso que de costumbre, dependiendo de la fase lunar en la que se encuentre se deja ver o se oculta. En ocasiones se asoma para ojear a los mortales desde su hogar.
Un día vio algo distinto y no pudo resistir observar detenidamente, un lobezno que al ver ese ente abstracto que no comprendía por qué flotaba sobre su cabeza, le lanzó su primer aullido y desde entonces una vez al mes reclama su atención esperando que vuelva a brillar del mismo modo. Para ello hará todo lo posible, siempre estará ahí para animar y protegerla de amenazas, para cantarle una canción la noche que se asome completamente y para despedirse cuando vuelva a ocultarse.
Hay gente que piensa que es un reclamo a su manada, pero los que pueden abstraer los sucesos basados en causa-efecto saben que no es así, las lágrimas del lobezno lo dicen todo, la búsqueda del lugar más alto para intentar alcanzar lo que anhela, la alegría que siente cuando llega el día en que vuelve a aparecer, el ritmo de su corazón… esto tiene un nombre en nuestro mundo, una mera etiqueta con la que no puede conformarse. Por eso sigue intentando entender y comprender su significado.
El ser humano ha basado muchas historias en este hecho, nadie comprende lo que sucede realmente, por eso es más sencillo conformarnos con una historia licántropa, que aceptar que hay sentimientos superiores a la razón humana, que jamás podremos analizar o describir para que otros entiendan.
Qué buena metáfora!! Nunca había oído esta historia, me ha parecido muy adecuada 😀 Me gusta mucho asomarme casi cada día a este blog. A veces, preferimos seguir aullando para que brille más la luna que aceptando que se nos escapan las razones de ciertas cosas que ocurren…
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